mayo 31, 2006

Del Error al Desastre: Jornada Previa

Pasé de puntillas sobre mi error y desastre -es un decir- del viernes 26 de mayo, en el relato que de este fin de semana pasado hice -publicado con fecha 29-. Pero, a la vista del éxito obtenido en la narración oral, que de los mismos realicé, ante mis compañeros tertuliano cafetiles -se "escojonaban"- procedo a su versión escrita.
Todo empezó -cita clásica- cuando nos marchábamos a nuestra casita dicho viernes.
Bajábamos en el ascensor, como siempre, y, hete aquí, que nos encontramos en él a Miguel Ángel, asíduo nuestro, a Juan Bris, viejo conocido de los tiempos iniciales y a Jose Ignacio, algo más actual, que se disponen a "despedir" la semana tomándose unas cervezas. Será Miguel Ángel el que formule la pregunta, y no había acabado aún la frase cuando ya tenía mi contestación ¡sí, quiero! Blas se adhiere.
Ya estamos todos, más otros tres que nos encontramos, en la cafetería de nuestro lugar de trabajo. Sentados, cerveza en mano y picando, picando el acompañamiento que nos ponen los camareros para que no se nos suba a la cabeza, y dadas las horas que son, las de la comida.
Yo, que no suelo bajar -aclaración para que no haya equívocos- puesto que estamos rodeados de gente tan honorable -todos son compañeros- coloco mi bolso colgado de la trasera de la silla en que estoy aposentada, donde seguirá hasta que levantemos el "sitio", una hora más tarde.
Como M.Á. se viene con nosotros, ocupa mi lugar en el coche y yo me siento en la trasera, donde también llevo el bolso. Hasta aquí todo parece ir bien, sin incidentes dignos de mención.
A él le dejamos junto a su casa, cercana a nuestra anterior vivienda -barrio de Embajadores- y continuamos.
Mi salida siguiente será ir a hacer la compra semanal, pienso hacer la excursión de este fin de semana proyectada por mi club de Zaragoza, el J.O.,y saldré a la mañana siguiente temprano dirección refugio de Linza, donde esta misma mañana he reservado alojamiento ¡y media pensión! Mi hermana, a la que pensaba llevarme, no vendrá porque ya tiene comprometido el domingo y no encuentra honorable suspenderlo por mí ¡a mí tampoco!
Para ello cojo mi bolso, del que saco las llaves del coche, me subo en él y me encamino al centro comercial más cercano a mi domicilio -del que no pongo el nombre para no hacerle publicidad-. Son las 8 de la tarde.
Aprovechando un disco en rojo -estoy parada- voy a coger de mi billetero una moneda para el carro, voy a coger, voy a coger... ¡y mi billetero! Rebusco en el interior del bolso, pero no, no aparece el billetero. Paquita, piensa rápido -eso me digo- ¿quizás te lo han sacado en casa para coger dinero? Media vuelta, o sea rodeo la glorieta y vuelvo a entrar en la Avenida de las Arcas del Agua, Senda de Mafalda, calle Piedras Preciosas y enseguida estoy entrando por la puerta de mi domicilio ¿Quien está allí? ¡Mi hijo! que no ha tenido contacto alguno con él en el día de hoy. Pues entonces, entonces... tiene que haber sido en la cafetería, porque poco antes había comprado una barra de pan y lo volví a guardar.
Problemas que me plantea el asunto:
a) en el susodicho llevo todas mis tarjetas identificativas, a saber: DNI, Permiso de Conducir, Identificación de mi puesto de Trabajo, idem del club deportivo, la del Hipermercado, la de Repsol y la de Donante ¿olvidé alguna?
b) todas las tarjetas de débito, o sea: del BBVA, de Cajamadrid y del MBNA -ésta es de crédito-
c) algo más de 40 euros, y
d) fotos de mis hijos, pocas.
¿Y cual es el que más me afecta en este momento? Que no tengo carnet de conducir y al día siguiente tengo ideado coger el coche hasta Linza ¿? ¿Quizás, aunque no lo recuerdo, me lo he dejado en la mesa de la oficina? -algunas veces lo saco para algo- ¿Siguiente paso? la oficina.
Al entrar al coche de nuevo, miro, con poca fe, pero por si acaso, el asiento trasero, en el que vine, y nada, está limpio, bueno, no está limpio pero no hay objetos visibles.
Conduzco hasta el trabajo, 25 km. desde mi casa, aparco al lado, me dirijo a la caseta de los empleados de la Seguridad, llamo al timbre, se corre la portilla, ahí dentro está el señor, se lo cuento y le añado ¿caso de haber sido en la cafetería os habrían entregado el billetero, una vez vaciado de dinero? ¡Puede! y llama a ¿? Risas y... que no, que no les han entregado nada y me dice: "Pues si no está en su despacho es que le han salido alas" Subo y resultará que... le han salido alas.
Siguiente cuestión ¿donde está la Comisaría de Policía más cercana? Ya me robaron cinco veces anteriormente -comencé con 17 años- y lo primero que me aprendí es a poner la denuncia, por si hacen un uso perverso de los carnets. El de seguridad no lo tiene claro y me indica que se lo pregunte a la Guardia Civil, que la tenemos al lado, y allá que me voy.
Hay un joven en la entrada de vehículos, y a él que me dirijo, duda y se lo plantea a alguien de dentro; se oye una voz: Miguel Ángel y Rafael Calvo ¡Ah!
Sé donde está Miguel Ángel, pero la otra ¿? ¿será más cercana?... Ya está, quien tiene que saberlo es Epi, mi querido Epi, que vive por aquí ¡algún día habrá puesto una denuncia! y le llamo al móvil, no lo coge y me encamino a mi coche, arranco y al poco tengo su llamada, explicaciones mías, explicaciones suyas ¡Ah, ya sé donde dices! y voy donde dice, calle Rafael Calvo, casi esquina con la calle Miguel Ángel ¡Qué cortos los guardias civiles! su contestación fue telegráfica.
Me encamino bien, tengo suerte ¡tengo suerte! claro que sí, encontrar aparcamiento al lado mismo de la comisaría en esa zona de Madrid, es de puro milagro. Entro en ella, hay una ventanilla a la izquierda, al final de cuatro peldaños, que me queda a la altura del ombligo, cual confesionario ¿doblo mi cuerpo o me pongo de rodillas? porque voy a hacer una confesión, prácticamente. Opto por doblarme, ángulo recto perfecto. La chica que la atiende, policía ella, toma una breve nota en un breve papel -es una cuartilla- y pone la hora, son las 10 de la noche menos 2 minutos. Que espere en la sala cercana para que me "tomen" la denuncia.
Vuelvo a llamar a casa -ya lo hice cuando no lo encontré en la oficina- Álvaro sigue solo, le doy instrucciones, me dice que espere un poco porque está preparando unas pizzas -hace hasta la masa- para llevar a casa de un amigo, como cena, y se le pueden quemar, vuelve y sigo con mi discurso: que me anule papá las tarjetas de los bancos, las tres, y la del Hipermercado. Mi hijo me dice que ya no hay prisa, que son las 10, hora de cierre de los hiper. Sigo esperando.
Conmigo, en la sala, hay dos ciudadanos británicos, señor y señora, cercanos a los setenta años ¿denunciantes? ¡quiá! denunciados, están retenidos y al poco llega una muchacha, la intérprete, viste lo habitual en la mayoría de las jóvenes: pantalón arrastrado y camiseta ombligo al aire.
El policía que lleva "su asunto" la dice que les traslade que: "No están en un calabozo y podrán hablar con su consulado" no recuerdo más, sólo lo chocante del caso.
A las 11h. menos 20´de la noche ya me llaman, voy, me tomará la denuncia una policía jovenzana, no llega a los 30 años, que cuando se entera de mi lugar de trabajo aprovecha para hacerme una consulta de... eso. Menos mal que era facilita, que las cuestiones complicadas -referidas a este tema- ya no tienen ningún interés para mí -se me pasó la edad- ¡Cómo he cambiado! que me dice Manuela. Seguimos con "lo mío" y de allí salgo a las 11 de la noche, deseándosela lo mejor posible a mi policía.
De nuevo en el coche desemboco directamente en el Paseo de la Castellana, bajo por él, cruzo la Plaza de Colón, entro en Recoletos y... croc, croc, croc, croc ¡qué coños pasa¡... me parece que ya voy comprendiendo, me tengo que haber clavado en los separadores del carril bus ¡efectívamente! lo confirmaré al bajarme del coche, parado en el siguiente disco en rojo.
Doy una vuelta a mi vehículo, aún incrédula, no le veo desperfecto alguno, salvo la matrícula delantera algo abollada hacia dentro, y... una "aleta" del jodido carril por delante del vehículo, como a dos metros. El asunto no parece dramático y vuelvo a mi coche, me siento y... sale un muchacho -30 años- del de la izquierda y vociferando que "ya lo podía haber quitado" da una patada a la aleta y ésta va a "descansar" junto al bordillo derecho. Le digo que "no me he dado cuenta" y una muchacha acompañante suya calma el asunto añadiendo que "debo estar nerviosa" ¡menos mal! que lo ha supuesto, porque la reacción del otro" fue la de un "cafre".
Se abre el disco y... me coloco las gafas ¡ya lo veo todo más claro! pero los ruidos siguen, supongo que llevo otra aleta debajo que suena a cascajo al roce con el suelo, hasta que el ruido desaparece definitivamente ¡debe ser que se ha soltado! -recordad que es de noche y la visibilidad es muy reducida -sobre todo la mía-.
A mi casa llego a las 12h. menos 15´, aparco y en ese momento sale mi hijo con sus pizzas en las manos, le ofrezco el coche y le comento que he tenido un pequeño percance pero que parece que el coche no ha sufrido, salvo lo de la matrícula. Le hago entrega de la llave. En ese momento aparece su padre, me pregunta si he mirado bien dentro del vehículo ¡por lo del billetero! ¡que sí! que miré en el asiento de atrás y no estaba, él lo comprueba también, mira por el suelo y... el billetero que estaba allí ¡Pues que bien! un problema menos. Nuestro hijo se va.
Se va, pero a la media hora recibimos llamada suya por teléfono, que había sido algo más, que el radiador pierde líquido, que le ponga con su padre. Éste, en principio, le da instrucciones para que le vaya echando agua cada poco y evitar el calentamiento, pero a Álvaro no le debe convencer la solución, porque al poco sale también Blas con el otro vehículo ¡en busca del hijo perdido! Reaparecen ambos a la una y media de la noche, mi coche lo dejaron donde pudieron.
El lunes, cuando lo vieron los mecánicos preguntaron que ¿donde estaba el electroventilador? ¡era éso lo que sonaba! sus medidas, 40x40 cm. y metálico. Vaya, vaya.
Mi cónyuge no lo pudo ver con humor hasta pasados cuatro días desde el incidente, este martes pasado. No hubo daños personales.

PAQUITA, o cómo desdramatizar los sucesos que nos acontecen en nuestro devenir cotidiano.

mayo 29, 2006

A los que tienen miedo. Zaragoza, 27 y 28 de mayo 2006

Viaje realizado en Mayo de 2006. Incorporo fotos en 22/5/2015. Las fotos llevan una explicación y al relato lo precede un *asterisco. Lo copiado aparece "entrecomillado" Para VER las FOTOS, sus detalles, DEBEN AGRANDARSE clicando sobre ellas. Fueron tomadas con cámara analógica y ahora escaneadas.
 
A Mónica, empleada de un bar -antigua bodega- en El Tubo

* Este fin de semana estaba gafado desde el inicio ¿de los tiempos? no tanto, pero sí desde al menos un par de semanas antes.
La excursión estaba incluida en el programa del club J.O. al que "pertenezco" como suele decir erróneamente la gente, por que yo no le pertenezco a nadie, ni a mí misma; a lo que iba, que mi querida excursión al Mallo Acherito figuraba como a realizar el día 28 de mayo del año en curso. Yo, Paquita, me interesé prontamente por ella, la contestación inicial fue que no se confirmaría hasta el jueves de la misma semana, o sea: el 25. Comuniquéles lo publicaran en el foro lo más rápido posible, pues, si iba, tenía que hacer noche y quería reservar alojamiento en el refugio de Linza, cercano a Ansó. La ansiada respuesta llegó en forma de un sí, sí habían quedado a las 9h. del domingo en Linza, en principio, dos matrimonios. Advertíles de mi proyecto y me comprometí a estar en ese lugar a esa hora.
Por diversos avatares, en los que no me quiero extender, no por miramiento hacia mi persona, sino por no alargar el relato más allá de la paciencia de mis lectores, me cargué el coche la noche anterior. No estando dispuesta a que ésto fuera un obstáculo para mí, me adapté a las circunstancias y proyecté ir en el autobús que sale de la Avenida de América.


PRIMERA JORNADA.-
Me levanté temprano, como desde hace bastante tiempo, a poco más de las 6h. de la mañana, desayuné, me entretuve leyendo, como siempre hago, y cuando creí oportuno me preparé para salir, lo que hice a las 8h. menos 10´de la mañana -suelo mirar el reloj-. A la parada del bus que me acercaría al centro llegué al poco, no así el citado bus que lo haría a los 15´; bajándome de éste en la Plaza de Fernández Ladreda -por casi todos conocida como la Plaza Elíptica- me meto en la boca del Metro, que allí hay. Es directo hasta Avda. de América, con lo que, en la terminal de autobuses -que también está soterrada- estaba a las 9h. menos 15´. Me encamino a las taquillas, la hora más cercana de salida a Zaragoza es a las 9h. 30´¡pues ésa! el billete de vuelta lo dejo abierto porque ignoro cómo nos irán los tiempos al día siguiente ¡no soy adivina! cómo ya veréis más adelante.
Cumplirá el horario fielmente, y en 4´estamos en el mundo exterior. El conductor cumple igualmente el protocolo, nos informa de que a las dos horas hará una parada, que junto al billete nos han dado un vale obsequio para tomarnos algo en dicho intermedio, que esa parada será de 30´y a la hora y 15´después llegaremos a nuestro destino, aproximadamente. Y así será.
Pasadas las 11h. recibo llamada -ya suelo llevar el móvil, pese a mis iniciales reticencias- de mi hijo Álvaro, que me dice que a su vez en casa la recibieron de P. para comunicar que no irían a la excursión porque F. se había puesto enfermo -utilizó la palabra "malo"-. ¡Vaya, hombre! me digo yo ¡que coincidencia! la vez anterior que nos vimos también estaba pachucho, pero, de perdidos ... al río, y resuelvo que, puesto que, inexcusablemente, llegaré a Zaragoza, me acerco a su casa y veo al enfermo en el lecho del dolor -me veía a mí misma poniendo paños fríos para bajar la temperatura, cosas de las películas-.
Pocos minutos antes de lo previsto estamos en Zaragoza, en la terminal de autobuses cercana a la Puerta del Carmen, primera vez que allí me encuentro. Pregunto al conductor si conoce aquello, que sí, y allá voy ¿hay otra solución fácil para llegar al barrio X, además de la de cogerme un táxi -que hasta ahí llego yo-? y será que, como está en la otra punta, lo más sencillo, el taxi. Eso hago, y será rápido, y barato, 4 euros.
Serán poco más de la una y media cuando esté llamando al telefonillo. Un hilo de voz contesta al otro lado, no distingo ni la voz ni lo dicho, me presento, se hace un silencio sepulcral, de nuevo parece haber vida al otro lado, se oye ... mis padres no están, pero sube.
Primer desconcierto ¿Ha salido el enfermo? ¡qué valor el suyo! Estoy llamando a su puerta, abre el hijo, que está enfermo, tiene fiebre ¡Ángela María! que me lo han cambiao, que no era el uno sino el otro. Pregunto ¿Donde están tus padres? Respuesta: mi padre llegará a las 5h. y mi madre volverá enseguida. Charlamos, que si la llamada anulatoria llegó tarde, que qué pienso hacer, que llame a los otros integrantes de la excursión. Hago ésto, responde A. que parece estar en el limbo, y es que lo está, tiene una jaqueca de cojones, y la medicación produce estragos en el cerebro, le cuesta enterarse de mis preguntas, ya parece que está reaccionando, que no, que no dijeron seguro de ir, o algo similar, me anuncia que su vehículo está fallecido en la práctica -el simil es mío- que pensaban ¿qué pensaban? Bueno, sin problema -siempre digo ésto, sin problema, sea lo que sea lo que esté recibiendo, aunque sea una puñalada trapera- me despido hasta la próxima.
Como P. parece que tarda y el enfermo se me fue a la cama ¡está grogui! ¡la fiebre! empiezo a confeccionar una nota de saludo y despedida. Y en esas estoy cuando se abre la puerta. Llegó.
Intercambiamos información, y entre la que recibo está que el pater está ¡escalando! ¡habiendo un enfermo en casa! indignante -no para mí, pero sí para quien suponga que ello es un impedimento para que pueda salir de excursión-. El lado positivo de esta noticia es que ¡quizás no hice el viaje en vano! quizás pueda hacer conmigo la excursión y la mamá atender al afectado.
Me quedo expectante, y así será todo el tiempo, no se ve incongruencia alguna en semejante exposición de los hechos, ni siquiera un ¡ya no me apetece, que estoy cansado! ¡contigo no voy a ningún lado a solas! ¡nada! no hay formulación alguna al respecto, sólo ¿qué pienso hacer yo mañana? Pues la excursión, debería estar claro, si soy la que más ha puesto en ella, creo.
Hemos comido juntas, la he trasladado frustraciones de mi partenaire, pero no las mías, al menos no todas las mías -aquí la espontaneidad se me ha ido al carajo- recibe una llamada, en el interludio, que ha hecho cima ¡qué ilu! mi comparecencia es comunicada, por inesperada ¿?
La gran preocupación es donde pasaré la noche -no para mí, en último término, si me fallan los amigos, siempre me quedará ... ¿París? no, la Visa- Álvaro, mi hijo, me propone pasarla en casa de Esther, su pareja sentimental, que lo hable con ella. Conforme, le digo.
Atardecido salimos a dar una vuelta, tomar algo, quedar con los restantes componentes de su círculo de amistades, también apreciados por mí. Nota informativa: tengo montón de círculos, muchos muy cercanos, muchos muy estrechos, entrañables -de entrañas-, adorados, mimados, se lo merecen-. Los amigos no están disponibles, sin problema.
En el curso del ágape llamo, a instancias suyas, a Esther, le pregunto y resultará que la pillo con el pie cambiado, que no, que no la viene bien ¡sin problema! -respuesta universal mía, a todas las negaciones del resto de la parroquia- la digo que no se preocupe, que ya lo resolveré, y es verdad, yo no estoy dispuesta a ahogarme en un vaso de agua, por mucho que insistan otros.
Y ahí, empieza la centralita telefónica a actuar, llamada de mi hijo, llamada de Esther, nueva llamada de uno, nueva llamada de la otra, parece interminable. Por fín queda en avisarme cuando tenga la casa recogida, lo hace y yo la diré que cuando vaya para allá le aviso yo.
Al inicio del paseo hemos pasado por una exposición estupenda sobre la Guerra Civil Española y sus postrimerías. Se oyen las sirenas, los cuerpos mutilados salen en pantalla, las casas destruidas, todo eso siempre me emociona en grado sumo y me provoca ganas de llorar, me reprimo, me estoy reprimiendo.
Alrededor de las 11h. de la noche del sábado, mis anfitriones, me dejan al lado del portal de Esther. Dicen de hablar al día siguiente, pues vale. Besos a ambos y hasta mañana.
Esperaba encontrarme una pocilga algo recogida y me encuentro una casa estupenda, grande, con el parquét brillando ¿a qué los miedos de mi posible nuera? Me desgrana todos los inconveniente que le encuentra a su casa -a mí no me lo parecen, al menos no tanto- Sí que es verdad que el tráfico es horroroso y tiene poca luz natural -en contraposición a la mía, la comparación es suya-. Me deja su habitación -da a un patio de luces, no hay ruido- y ella pasará la noche estudiando -hace Psicología-.
Me cuesta coger el sueño, se me resiste, y a eso de las 4h. de la noche me despierto, despierto, tanto que tengo dos ideas que me invaden y debo sacarlas a la luz. Lo hago, hacerlas públicas, a mi manera, como no dispongo del directo, escribo.
Acabé hace poco Así habló Zaratustra del filósofo alemán Friedrich Nietzsche. No lo puedo aconsejar ¿porqué? tiene difícil digestión. Unos mensajes estupendos que se extraen de un estraño entorno. No, no es lectura fácil, como actualmente se suele mercantilizar, tipo Código da Vinci. Leía, no hace mucho que, lectores, realmente buenos lectores, o sea, que practiquen la lectura comprensiva, hay muy pocos, poquísimos. El que esto articulaba mencionaba la cifra de 28.000 en EEUU -de 180 millones de personas- Si esto se extrapolara a España sería minimalista la cifra, pero, creo, que incurriríamos en un gran error, la cultura americana, que nos lleva invadiendo mucho tiempo, es mucho más baja que aquí, en términos relativos.
¿Por qué menciono a Nietzsche? Porque una de las ideas era el extracto de su ensayo. La culminación del hombre, la aspiración del hombre, superarse a sí mismo, pasar del estado de camello, al de león para conseguir volver al estado inicial, el niño, el disfrutador de cuanto le rodea. Él no lo consiguió, murió joven, como tantos hombres valiosos.
Y sigo con mi relato que, para un neófito, parecerá que disgrego demasiado.

SEGUNDA JORNADA.-
Serán pasadas las 8h. de la mañana cuando me despierte y levante ¿Qué hago? escribo -esto va ser adictivo-. La ventaja sobre otro tipo de adicciones es que te desarrolla el pensamiento, te clarifica las ideas -al forzarte a exponerlas con claridad- te suma, en vez de restar.
Desayuno con mi hospitalera temporal, tras haber hablado con P. Llamé yo. El plan que me propone es de encierro -ir al cine- ¡con este día! imposible para mí, amo la luz, soy un ave diurna, así que agradeciendo el ofrecimiento ¡qué agradecida soy! ¡y agraciada! me despido hasta ... la próxima.
Dejo la mochila, porque la estación de autobuses está a 10´de allí mismo, y me despido hasta la tarde. Me iré de paseo, tras concertar la hora de salida del bus en cuestión, que será a las 18h. 45´. El cielo está luminoso, el sol ... también, tanto que, pese a ir buscando la sombra, lo tomaré en exceso -véase mi pecho y espalda- Llevo una prenda escotada.


1.- Trasera de La Catedral del Salvador = Seo

* Me dirijo al centro, paso junto a la iglesia de un convento, Nuestra Señora de Gracia para más datos, y entro, la misa está acabando, ha sido íntima, unas 10 personas. En lo alto se ven las celosías desde las que la seguirían en tiempos -quizás ahora también- las monjas de clausura.
Sigo calle adelante y se me acercan unos muchachos -alrededor de 20 años, 2 más como mucho- que si quiero que me canten su último éxito, que si me la tocan, vale ¡tocáosla! y salen con lo del "opá". A estas altura ya me he percatado, los he olido, están mamados, estos chicos aún no se han acostado ¡Muy bien! Corto y les dejo. A mis espaldas oigo un piropo elogiando mi culo. Sí, están bebidos, de estar sobrios no se habrían atrevido ¡Pobretes!



 2.- Plaza de Toros. Mercadillo: Rastro.

* Me adentro en todo un mogollón de gente, gente diversa, aquí ya estuve antes, sí, con Rosa y Ángel, es un mercadillo cercano -tanto que linda con ella- a la Plaza de toros de Zaragoza. Hay libros, me agacho ... me vuelvo a agachar ... y acabo con 9 libros. Coste económico: 7,5 euros. Un regalo. Dos son de Julio Verne, Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi -el primero que cogí- Trópico de Cáncer de Henry Miller
, cuya lectura inicié en el bus de vuelta a Madrid y resultó un nuevo descubrimiento, escribe tal cual va pensando, estupendo, salta de una cosa a otra, como la vida misma ¡genial! Los pasos perdidos de Alejo Carpentier, Chamán de Noah Gordon, el autor de El médico que leí hace ... como 10 años, Juegos de la edad tardía de Luis Landero, "La nada cotidiana" de Zoé Valdés y otro también de literatura juvenil " La expedición Perdida" de Elvira Menéndez, que a mi hijo le suena -que- leyó como lectura recomendada en su etapa escolar.
¿He acabado mi incursión en el zoco? ¡No! Porque he visto un botijo pequeño, macizo, chaparro, me gusta, lo sopeso y... lo compro. 5 euros. Otro regalo.
Más adelante vuelvo a salir a
María Agustín ¿cómo ha sido? pues ya que estoy aquí dejo mis adquisiciones en casa de Esther, que pesan un huevo para llevarlas de paseo. Le confirmo la hora de salida del bus a Madrid y le repito que no, que no se preocupe por la comida, que yo prefiero tener autonomía e ir a mi aire, comeré por el centro y antes de las 6h. estaré de vuelta.



3.- Torreón de la Zuda

* Estoy bordeando el río Ebro, camino del Pilar, llego al Torreón de La Zuda, lo dejo a mi izquierda y entro en la plaza del Pilar, la recorro y tengo sed, al lado tengo el café El Real, entro, pido una tónica, me la bebo prontamente, pago y continúo por la calle Alfonso I.
Está la misma violinista de ayer noche, toca el tema principal de Muerte en Venecia, echo un euro, como acostumbro, sólo a los músicos, me quedo un rato, algo distanciada, escuchando.

4.- Torreón Zuda, izda. Torre iglesia de San Juan de los Panetes.

* Salgo a El Coso, de allí al paseo Independencia, luego la Gran Vía, y me dirijo al Hospital Universitario Miguel Servet, un viejo conocido con el que mantuve una relación de 10 días, allá, en agosto de 2000.
Están de obras, un edificio en ladrillo, antigua sede de Muface, lo están reformando como ampliación del hospital. Veo un cartel anunciando un Simposio sobre Actualización de la Ablación por Cardio..... no recuerdo el palabro. Se celebró el día anterior, sábado 27 de mayo. Hay una estatua de Miguel Servet, vivió poco, de 1511 a 1553, fue brillante, una pena.
Vuelvo sobre mis pasos y entro en el Parque Grande José Antonio Labordeta, porque debe ser el más grande de Zaragoza, no conozco otro ¿o sí? Al poco aparece una fuente que hace juegos de agua, hace calor, me tumbo a la sombra de una especie de abeto arizónica, lindante con un magnolio, que está allí cerca. Me recreo con la visión del agua, me reconforta ¡necesito tan poco para reconfortarme!
Allí estaré un rato, no muy largo, salgo, veo como baja el río Huerva, inmundo, está inmundo en este punto, a pesar de llevar corriente.
Vuelvo a pasar junto a la Facultad de Medicina y Ciencias de Zaragoza¡que edificio más bonito! me gustó desde el primer día, amor a primera vista lo mío. Estoy en la Plaza Paraiso, la temperatura es de 34º y la hora: 14h. 45´.
Desando, vuelvo a pasar bajo los soportales del Paseo de la Independencia y me introduzco en lo que llaman El Tubo. Por aquí se podrá comer algo, no tengo hambre sino sed, y acabo en Bodega Almau, pregunto si, además de vino tienen cerveza ¡claro! será su respuesta, pues cerveza, en jarra, y un pincho de tortilla de aquella. Acabo con la bebida antes que con la comida y pido otra cerveza, que acompañaré de: croqueta, anchoa con aceitunas y anchoa con jamón, especialidad de la casa, me lo dicen dos señoras aledañas, recomendación de Mónica, la empleada que me está atendiendo en este momento y a la que he dedicado la crónica ¡Hola Mónica! Ya apareciste ¿Se te ha hecho largo?
Cuando salgo, salgo bebida, a mí la cerveza me produce un efecto devastador en el cerebro, así que me voy a dormirla, o casi, estoy en la plaza del Teatro Principal donde exhiben una obra de Darío Fo, interpretada por Rafael Álvarez "El Brujo" pero, a pesar de que hay bancos la sombra es escasa. Continúo mi periplo, llego a la Plaza de San Pedro Nolasco, tiene fuente y un banco corrido en uno de sus lados ¡y sombra! me tumbo cuan larga soy y allí me quedaré con los ojos cerrados, escuchando el agua ... y a unos jóvenes sentados en una terraza cercana.
Cuando ya me parece que tengo superada "la torrija" vuelvo a la plaza del teatro, creo que vi una heladería, y sí, ahí esta, Helados Italianos Aldo, le cojo -más bien le pido- de yogur y amarenas, creo que ponía eso. Me explica la señora, que lo atiende, que son cerezas pequeñas. Está bueno, aunque mejor el de frutas del bosque.
Doy por terminado mi éxodo y me encamino hacia María Agustín, volviendo por donde vine, la ribera del río. Aún no son las 5h. Esther ha estado grabando, bajando dicen, unas películas para Andrea, y se va a echar un rato, trabaja esta noche. Me quedo tumbada en el sillón del salón, hojeando una revista, puso la tele pero no me interesa, llevo ya bastante tiempo que me interesa bien poco -nunca me interesó demasiado- me entra soñera y cierro los ojos. Cuando los vuelvo a abrir escucho a Esther preguntándome la hora de mi bus, faltan 10´escaso para la salida, me incorporo rápidamente -dejé todo preparado- cojo los bártulos y salgo "pitando", pero a pesar de que soy veloz en llano llego a las 6h. 50´, me confirman que salió puntual. Voy a la taquilla para preguntar por el siguiente, sale a las 19h. 45´, me dice la misma chica que me atendió esta mañana, pero ¿habrá plaza? que se lo diga a la encargada, y a eso voy. Ésta me dice que, que si queda alguna plaza libre, es potestativo del conductor el que yo suba. Me pongo en manos del Altísimo. Incluso, antes, hablando por el móvil con Esther, me dijo que también había a las 7h., hablé con el conductor de uno que iba a Madrid, que estaba lleno pero quedaban otros dos, el que está saliendo en ese mismo momento del hangar y otro que hay en la calle. En la calle había 4, ninguno de los que voy viendo va a Madrid, salvo que sea aquel último... que también se me fue en las narices ¿Me derrumbo? ¡no! Hablo con uno de seguridad que está allí mismo, le digo que me quedo pegada a sus pantalones hasta que venga el siguiente, dice que entra a y media. Faltan 10´ tengo sed, voy a por agua y pienso, pienso en que ¡mira cómo no pueda coger tampoco ése! Se me ocurre una solución posible, la planteo... y será que no, que no, que no ¡Que verdes las han segado!
Débilmente se escucha una canción de María de los Dolores Pradera, aquella que decía "Y pensar que te adoraba tiernamente, que a tu lado como nunca me sentí y por esas cosas raras de la vida sin el beso de tus labios yo me vi"
Hay dos parejas despidiéndose, una totalmente entregada en el beso, la otra, pendiente de los que los rodean.
Más suerte tendré con el conductor, con los conductores, son dos los que se encargan de controlar la subida de viajeros, son estupendos, y además atractivos, rondan los 40 años, ideal.
Tanto a Esther como a mi familia los he tenido informados y conocen que, por fin, estoy saliendo de la estación a las 19h. 50´-éste sí se retrasó 5´-
Conclusión: todos los avatares de esta vida son oportunidades que se nos ofrecen para aprender de ellos, siempre que le demos el enfoque adecuado -ahí entra en funcionamiento la sabiduría- son oportunidades de crecimiento. Claro que, hay gente que no sabiendo estar a la altura de las circunstancias, éstas les estrangulan.

A los que tiene miedo, porque deben superarlo, o verán perder su vida, escurrírsele entre sus dedos y nada podrán hacer para recuperarla. PAQUITA
(mi hija me dice que acojono, que soy... demasiado, para el común de los mortales)


PAQUITA

mayo 28, 2006

Más de lo mismo -a Sandra-

Estupendo el discurso de Günter Graas ¿estará bien escrito? en la presentación del PEN Internacional celebrado en Alemania estos días y publicado en El País Dominical del día de la fecha, al que han acudido cerca de 500 intelectuales.
Gracias a todos ellos por Pensar, Reflexionar, sobre los aconteceres diarios y Denunciarlo Públicamente, para que el resto de los mortales, menos preparados, o más perezosos, o con más desidia, o más ocupados, o más egoistas -encuentre cada cual el adjetivo que más se ajuste a su caso, que también puede ser otro que no figure en esta corta lista- tomemos conciencia de ello y tras ésto actuemos en consecuencia, porque si no actuamos ¿a qué coño esperamos?
Estupenda también la carta al director publicada el martes 30 de mayo, en el mismo periódico ¿seré vidente? titulada: "¿Donde está Dios?" Es magnífico el planteamiento de la cuestión. Gracias a su autor.
Y estupendo también el discurso de aceptación del premio Nobel de Literatura de Darío Fó en diciembre de 1997. Recomiendo encarecidamente su lectura. En él, menciona que realiza talleres por diversas universidades de distintos países y en todos ellos se encuentra la gran ignorancia que nos inunda ¡hasta a los universitarios! Como ejemplo expone que en una de ellas habló de la masacre de 37 intelectuales en Turquía, en la zona de Sivas, quemados por unos fanáticos fundamentalistas en el interior de un hotel. A los universitarios les pareció un cuento, lo ignoraban, pero no sólo ellos, también sus profesores -también yo-.
Menciona que ya decía un notable demócrata italiano llamado Salvini: "La ignorancia popular de los acontecimientos es la fuerza principal de la injusticia"
De verdad que se merece una lectura dicho discurso, así como el de Günter Graas, otro premio Nobel de Literatura.
¿Porqué menciono yo ahora un premio Nobel de hace años? Porque afirmé que lo era ante un teatro de Zaragoza, en el que exhibían una obra suya, el sábado pasado, y quise confirmarlo.
A todo esto, su mujer se llama Franca ¡qué coincidencia! igual que una de mis protagonistas.

Esto, que lo estoy escribiendo el miércoles 31, te lo dedico a ti Sandra.
Si te gusta lo que estás haciendo, estudia con aplicación; y, si no te gusta, hazlo lo mejor que puedas, que los milagros están muy caros. PAQUITA

Aún camello

Fue grande, excesivo. Ahora lleva encorvada la espalda y la cerviz doblada.
Su mujer le abandonó hace años, casi, ni lo recuerda. Le dejó dos hijos, un chico y una chica, ambos dependientes aún de él, económica y moralmente. Pese a su edad tiene actitudes y comportamientos de derrotado. Perdió la batalla cuando se sintió abandonado, asumió su papel de mártir -educación judeo cristiana a tope- y espera su recompensa en el más allá.
Dicen que una vez tuvo una aventura, que pudo tener una aventura, pero sólo son rumores. De cierto, sólo se sabe que conoció a una mujer -realmente no la conoció- que se sintió atraida por él, que le buscó, probó el sabor de sus labios y la despreció. Dicen que ella se revolvió, intentó conquistarle, cual plaza fuerte, pero no pudo derribar la enorme muralla que él había levantado y, agotada, se retiró.
La batalla fue muy dura, tanto que, a partir de entonces, ella enmudeció. No volvió a pronunciar palabra, pero, aún enamorada, se quedó a su lado, como perro fiel.
Él aceptaba su presencia pero tampoco la hablaba, llegando, incluso, a darle alguna patada cuando, demasiado cercana, le molestaba.
Qué la enamoró de él era un enigma, porque, aseguran los que los vieron, ella era una mujer deslumbrante, irradiaba vida por todos sus poros, llegando a ser hasta exultante, dicharachera, dispuesta siempre a ayudar, decidida a ayudar.
Un buen día desapareció y nunca más se la volvió a ver, dicen -en ésto, a falta de datos probados, hemos de fiarnos de los rumores- que conoció a otra persona, que la reconoció, la valoró y recompensó con creces por todo el tiempo que estuvo "dedicada" a su amante imposible. Éso es lo que dicen.

PAQUITA