marzo 20, 2014

La llamada de la montaña, por BORJA OLAIZOLA

http://www.lasprovincias.es/20140311/mas-actualidad/sociedad/llamada-montanya-escalada-201403112232.html Publicado en 11.3.14 

Nadie es tan experimentado, tan bueno y tan resistente como para que no pueda pasarle nada». Las reflexiones de Reinhold Messner, el hombre que dio sentido y medida al alpinismo contemporáneo al escalar por vez primera los catorce 'ochomiles', resuenan cada vez que la tragedia se asoma a la montaña. La muerte este pasado fin de semana de cinco personas en dos accidentes ocurridos en la Sierra de Gredos (Ávila) interroga de nuevo al mundo del alpinismo sobre una realidad que hace acto de presencia con sistemática precisión cada vez que la primavera se asoma por la esquina del calendario. Los 22 muertos en accidentes de montaña que se contabilizan de media al año en España vuelven a poner sobre el tapete el poderoso magnetismo que ejerce una afición que tiene mucho de pasión.
Carlos Soria es el más veterano de los montañeros en activo. Cumplió hace un mes 75 años y está a punto de partir de nuevo hacia el Himalaya -su expedición saldrá el próximo día 22- para intentar coronar el Kanchenjunga, uno de los tres 'ochomiles' que aún no figuran en su expediente. El abulense es una enciclopedia viva del alpinismo que siente como propia cada víctima: «Es cierto que estos días ha habido una invasión de la montaña porque había muchas ganas después de tanto mal tiempo, pero eso no justifica que se produzcan accidentes mortales», reflexiona.
Soria, que ha coronado once 'ochomiles', tiene a gala no haber sufrido ninguna amputación por congelaciones, algo muy poco común entre los himalayistas. Tampoco ha tenido necesidad de ser rescatado porque la experiencia le ha enseñado a medir cuidadosamente cada paso que da en la montaña. En mayo del año pasado se dio la vuelta cuando le faltaban 200 metros de altura para coronar el Kanchenjunga a pesar de las protestas del sherpa que le acompañaba, que insistía en alcanzar la cima. Esa noche cinco de los miembros de otra expedición que ascendía a la par y que sí habían hecho cumbre no llegaron al campamento y se quedaron para siempre en la montaña.
Soria es la demostración empírica de que la práctica del alpinismo extremo no es necesariamente sinónimo de arriesgar la vida. «Salvo las avalanchas de serac (masas inestables de hielo), casi todo en la alta montaña es predecible, así que la conclusión es que la mayor parte de las muertes se producen por fallos humanos», dictamina. Juanito Oiarzabal, el alpinista que suma el mayor número de 'ochomiles' -nada menos que 28- es de los que también piensan que sobra cierta frivolidad entre los que se aproximan a la montaña. «Es inadmisible que se maten tres personas en el mismo lugar, a estas alturas cualquiera que sale a escalar tendría que saber que hay cosas que no se pueden hacer».
Ni Soria ni Oiarzabal son muy amigos de reflexionar en torno a las razones que mueven a los escaladores. El primero dice que a los pájaros nadie les pregunta a ver por qué vuelan mientras que el segundo, que es más hombre de acción, se despacha con un suspiro de impaciencia. «Hay que tener más consciencia de los riesgos que se corren», insiste el alpinista alavés, que se ha visto más de una vez en serias dificultades para regresar de una cumbre y que ha perdido varios dedos de los pies debido a las congelaciones.
Koldo Aldaz, un guía de alta montaña que trabaja desde hace años en el Himalaya, se remite a la contestación que dio George Mallory cuando le preguntaron por qué se empeñaba en subir al Everest: 'Porque está ahí'. La respuesta del británico, que perdió la vida intentando coronar el techo del mundo 29 años antes de que lo lograse Edmund Hillary, resume a su juicio mejor que cualquier discurso las inquietudes que suscita la montaña. «El montañismo resulta atractivo porque combina el espíritu de superación de las dificultades con una extraordinaria sensación de libertad en medio de un entorno hermoso», observa.
Al guía le sorprende que la suya sea una actividad en permanente tela de juicio cuando hay otras muchas que encierran tantos o mayores riesgos y que tienen un sólido respaldo social. «Al cabo del año hay muchas más víctimas mortales por accidentes de bici o de moto que por siniestros de montaña y nadie anda preguntando a los ciclistas o a los motoristas si son conscientes de lo que hacen», reflexiona Aldaz.
El riesgo es vivir
En el siempre resbaladizo territorio entre los riesgos y las pasiones que giran alrededor de la montaña hay una voz que se alza con autoridad entre todas las demás. Es la de Pilar Seguín, la madre de Iñaki Ochoa de Olza, el montañero navarro que falleció en 2008 cuando intentaba alcanzar la cima del Annapurna. «Lo que queremos realmente los padres -cavilaba Pilar ante una cámara unos meses después de la muerte de Iñaki- es que los hijos sean felices. El riesgo está en vivir».
En torno a la tragedia de Ochoa de Olza, origen de varios documentales, se anudan algunos cabos que ayudan a comprender los códigos que rigen en el mundo de la alta montaña. La agonía del alpinista navarro, que sufrió un edema cerebral a 8.000 metros de altura, duró cinco días y dio lugar a una gesta en la que el calificativo heroico adquiere su más exacta dimensión. Varios de sus amigos y conocidos arriesgaron sus vidas hasta extremos en algún caso suicidas intentando un rescate que todos sabían condenado al fracaso. La epopeya, magistralmente retratada en el documental 'Pura Vida', adquirió notoriedad cuando se supo que Pep Guardiola motivaba a sus futbolistas del Barça con el ejemplo de los montañeros que estaban dispuestos a dar sus vidas por su amigo.
El propio Ochoa de Olza, uno de los personajes más carismáticos que ha dado el mundo de la alta montaña, dejó varias reflexiones al respecto antes de exhalar su último aliento cerca de la cumbre del Annapurna. «Escalar es para mí sinónimo de ser libre, voy a las montañas para conocer mis propios límites y también porque me hace ser feliz», decía en un vídeo que grabó unos días antes de emprender su última ascensión. En su único libro, titulado 'Bajo los cielos de Asia', el malogrado montañero recordaba que «la vida no tiene sentido sin la existencia de la muerte y lo asumo así».
Puede que el magnetismo que irradiaba Ochoa de Olza ayude a explicar los esfuerzos de sus compañeros y amigos. Era desde luego una figura muy poco común que a su condición de purista -consideraba el uso de oxígeno una suerte de fraude a la montaña- sumaba una solidaridad sin fisuras. Entre los sherpas aún se le recuerda tanto por los proyectos de cooperación que puso en marcha para mejorar sus condiciones de vida como por la proximidad que mostró hacia ellos. El día que rescató dos veces de una grieta a un sherpa que había sido abandonado a su suerte por otra expedición se ganó el respeto de todos sus compañeros.
En el retrato del drama de la montaña no puede faltar Alexei Bolotov, uno de los alpinistas que estuvo a punto de perder su vida por intentar salvar la de Ochoa de Olza. En el documental que se hace eco del rescate se le ve hablando con su mujer en una escena tomada en la cocina de su casa que pone los pelos de punta:
- «Yo no corro riesgos en la montaña», asegura el escalador ruso para tranquilizarla.
Su esposa empieza a enumerar las expediciones en las que ha participado, a la vez que se se cubre el rostro para que no se le vean las lágrimas que le anegan los ojos: «¿Y escalar el Annapurna en solitario no fue arriesgado?», le reprocha sin poder contener la emoción.
Bolotov, gran escalador y mejor héroe, murió en mayo del año pasado cuando intentaba abrir una nueva vía al Everest.

1 comentario:

Lansky dijo...

De joven hice algo de escalada y también espeleología, que exige técnicas algo diferentes, pero pronto lo dejé (en cuanto nació mi primer hijo y no quise dejarle huérfano: un día cuento mi caída del caballo, no de la pared), pero la montaña, como el mar, siempre me ha llamado. también en su día leí a Messner a Walter Bonatti y Norbert Casteret, pero al final, amando como amo la montaña, considero que los escaladores acuden a ella...por los motivos equivocados, claro que no soy intolerante: allá ellos.

Un saludo Pakita (ya me jubilo...!!!)