junio 16, 2017

15 de junio, ocho de la mañana. Abrimos las aulas del instituto. Medimos la temperatura: 28º, de Javier Nix Calderón

COPIADO de la pág. de fb de Javier Nix Calderón  ·el 15/6/2017
15 de junio, ocho de la mañana. Abrimos las aulas del instituto. Medimos la temperatura. 28 grados. Los alumnxs entran resoplando, igual que ayer. Nueve de la mañana. La temperatura ha aumentado un grado centígrado. Las primeras gotas de sudor empiezan a resbalar por sus frentes y por las de los profesores. A las diez, estamos a 30 grados. Primeros viajes al baño. Varios alumnxs cargan las botellas de agua de sus compañeros y las traen llenas. Los chavales son incapaces de prestar atención más de 30 segundo seguidos. El calor es demasiado intenso. Doce de la mañana. La temperatura dentro de las aulas en las que incide el sol llega a los 32 grados. El bochorno roza lo insoportable. A la una de la tarde, sobrepasa ya todos los límites tolerables. Los resoplidos que escucho desde los pupitres componen la banda sonora de esta terrible ola de calor, que llega una semana antes del comienzo oficial del verano.
Pero estamos tranquilos. El Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, el señor Martos, ha tenido una idea que cambiará el curso de la Historia. Para combatir la ola de calor, la máxima autoridad en Sanidad de la Comunidad de Madrid ha ideado un sistema infalible: los alumnxs deben arrancar una hoja de papel de sus cuadernos y, tras un eficaz dobla-dobla-dobla, crear potentes abanicos que ahuyenten el calor del ambiente y de sus cuerpos. Respiramos aliviados, por fin. Tenemos en nuestras manos el arma definitiva contra la canícula. Todos nos ponemos manos a la obra. Creamos 10, 100, 1000 abanicos. Comenzamos a abanicar con toda la fuerza que nuestros brazos son capaces de ejercer. Como por arte de magia, el calor desaparece y la temperatura desciende hasta unos amables 22 grados. Hemos conseguido crear un microclima dentro de las aulas. Asustado, pido a los chavales que paren de abanicar. Temo que una ola de frío siberiano se alce desde nuestro instituto y arrase con tormentas de nieve la zona norte de Madrid. La situación se estabiliza y seguimos con la clase de manera totalmente normal.
El señor Martos, desde su despacho climatizado, nos ha enseñado el camino. Permítame, señor Martos, que le cuente la idea que he tenido yo al escuchar su consejo. Coja usted tres hojas de papel de su escritorio. Dóblelas una, dos, tres, cuatro, cinco y seis veces. Cuando las hojas tengan un grosor adecuado, levántese de su poltrona. Bájese los pantalones y abra sus nalgas unos centímetros. Introdúzcase las hojas por el ano, hasta que todo el papel haya desaparecido en su recto. Cuando haya terminado, vuelva a sentarse. Si le molesta, no se preocupe. Los gobernantes deben sentir lo mismo que los ciudadanos a los que gobiernan. Jódase un poco, señor Martos. Tal y como nosotros nos jodemos. 
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo:  Señor, qué cruz

 

 

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