febrero 19, 2018

Me siento afortunado cuando alguno de mis alumnos (...) me confiesa que está leyendo(...), de Javier Nix Calderón

Javier Nix Calderón · 18/1/2018
Ser profesor es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida. Tengo el inmenso privilegio de asistir en directo al crecimiento humano e intelectual de casi 200 personas, a diario. Me siento afortunado cuando alguno de mis alumnos se me acerca al final de la clase y me confiesa que está leyendo Si esto es un hombre, de Primo Levi, o Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y siento sus deseos de hablar sobre el libro, y noto la inteligencia abriéndose camino por la selva de su mente. Me asombro cuando vuelvo a casa por las tardes y no me noto cansado, y me maravilla a final de mes que me paguen por hacer algo que amo tanto hacer. Me fascina escucharme hablar sobre el imperialismo del siglo XIX tres veces consecutivas en el mismo día, y contarlo cada vez como si fuera la primera, porque para los que me escuchan es la primera vez. Aprendo con ellos, me sorprendo con ellos. Reconozco los límites de lo que sé, y les pido que me corrijan cada vez que cometo un error. Amo que me lleven la contraria y discutir con ellos de igual a igual, quitarles la razón cuando no la tienen y dársela cuando yo estoy equivocado. En los 30 metros cuadrados del aula, no hay espacio para la soberbia ni la autocomplacencia. Aún no he tenido ningún problema de disciplina, pero cuando lo tenga, lo aceptaré como un paso necesario en mi aprendizaje. Sé que me seguiré sintiendo así por siempre, lo sé cada vez que observo sus caras de sorpresa cuando aprenden algo que no sabían, o sus ceños fruncidos cuando les cuento algo que les indigna. Si mi vida, si lo que he vivido y aprendido no tiene un efecto sobre los demás, estoy fracasando. El saber es un pan que solo puede comerse en compañía de los otros. Se multiplica cuando se da, cuando se regala. Necesito compartir lo que sé, necesito que ellos lo compartan conmigo, y necesito compartirlo porque es la única forma que conozco de crecer. De crecer yo a través de ellos, de ayudarles a crecer a través de mí. Esta es la profesión más bonita del mundo… y el que diga lo contrario, os miente.
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